Alfred Marshall fue un economista inglés, de la corriente marginalista, que desarrolló gran parte de las herramientas económicas utilizadas actualmente. La economía de su época, a fines del siglo XIX y a principio del XX, estaba dominada por la agricultura y la industria. Primaba en ésta la producción a granel de diversos productos como la soja, el acero y el carbón, entre otros. Todos ellos tenían una característica en común: eran commodities, con alto contenido de recursos y bajo en conocimiento.
En su visión del mundo, la economía se comportaba con rendimientos decrecientes. Esto es, conforme aumenta la utilización de un factor –p.ej. tierra o trabajo- disminuye su rendimiento. Este comportamiento se observa claramente en la agricultura. Si la plantación de soja se expande, se cultivarán tierras menos aptas y consecuentemente se obtendrán rendimientos decrecientes. Por lo tanto, los productores sembrarían el cultivo hasta que no sea rentable.
Por otro lado, los agricultores se encontraban atomizados, sin que ninguno de ellos pudiese influir con su tamaño en el precio. Esto era lo que Marshall llamaba competencia perfecta. Esta visión permitía una solución única del precio, predecible y en la que se encontraba en equilibrio la oferta y la demanda.