Si alguna vez dudaste acerca de que las palabras son creadoras de realidades (buenas y malas), nada mejor que este cuento de Gabriel García Márquez para mostrar un ejemplo de ello.
En gran medida, nuestro mundo a veces se construye con rumores que terminamos convirtiendo en verdades. Desde el murmullo en el pasillo de la oficina hasta históricas corridas bancarias y caídas de bolsa, cual bola de nieve que crece a medida que cae.
Cuando leo este cuento, no puedo de dejar de pensar en el «Efecto Mariposa» y la Teoría del Caos. El «efecto mariposa» es un concepto que hace referencia a la noción de sensibilidad a las condiciones iniciales dentro del marco de la teoría del caos. La idea es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema natural, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas totalmente diferentes. Sucediendo así que, una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande.
Cambios y acciones minúsculas que conducen a resultados totalmente divergentes. Nuestro mundo está plagado de ejemplos.
Isaac Asimov escribió el libro El fin de la eternidad en el cual existe una especie de dimensión especial en la que unos hombres, llamados Los Eternos, realizan cambios en la historia viajando en el tiempo. Lo hacen con el fin de mejorar el mundo. Realizan un cambio mínimo necesario, que consiste en una nimiedad, pero que tiene grandes consecuencias.
García Márquez nos muestra con este fabuloso cuento como podemos hacer para que nos pase algo muy grave…
» Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde: «No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo».
El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice: «Te apuesto un peso a que no la haces». Todos se ríen. El se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Y él contesta: «es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo».