Probablemente hayan pocas cosas tan importante en la vida de las personas y particularmente en la dinámica de las organizaciones como la fijación de «valores» claros.
Los valores son nada más y nada menos que conductas, deben ser específicos, reales y tan descriptivos que dejan poco espacio a la imaginación.
En una organización o en un equipo de trabajo, cualquiera sea el fin que tengan, deben ser usados como órdenes de movilización, son el «como» de la misión, el medio para lograr el fin.
Aquel que trabaje en una organización debería evaluar cuidadosamente cuales son sus valores porque si aceptamos que son el «como» de la misión, implica entonces que su aceptación o negación son las condiciones de permanencia dentro de dicha organización.
Por otro lado, la propia organización deberá honrar esos valores, demostrando en todo momento que corromper los mismos no es una posibilidad aceptada o que es un atentado contra la propia organización. Casos de desconexión entre valores y misión llevaron al ocaso a grandes compañías como Arthur Andersen, Enron, entre otras, con lo cual, aunque probablemente aún este sea un tema de poca importancia en la agenda de muchos ejecutivos hoy en día, cuando estas falencias ocurren, los resultados finales son una tragedia que implica la pérdida de trabajo para muchísimas personas.
Seguramente en toda organización exisitirán valores orientados a la concreción de la visión y otros que serán las conductas intra o interpersonales que se esperan de los individuos.
Hoy quiero hablar del segundo tipo de valores, no tanto de aquellos que están más orientados al tipo de negocio, sino aquellos que potencian las capacidades fundamentales de las personas que trabajan en una organización.
Mi padre fue un hijo de inmigrantes españoles, mi abuelo, médico de profesión, dejó España en la década del cuarenta huyendo de la política dictatorial de Franco. Los vaivenes de la vida lo llevó a él y a su familia a un pequeño pueblo del sur de la provincia de Buenos Aires en Argentina, donde fue el clásico «medico de pueblo» por más de 35 años. Fue también el padre de toda una generación en ese pueblo, pues dio a luz a más de 1000 bebés que nacieron durante el tiempo que ejerció su profesión.
Allí creció mi padre y luego yo, por algunos años, hasta que nos mudamos a otro lugar. La vida no le favoreció a mi padre con ganancias económicas, sin embargo, Bernardo, que era una persona extremadamente culta, apasionado de la lectura y un padre ejemplar para mí, supo dejarme una gran herencia como fortuna personal: Valores.
Hace algunas semanas, en una de las materias de mi magister, tuve la fortuna de compartir una mesa redonda con líderes y directivos exitosos de empresas (experiencia a la que seguramente dedicaré un post aparte en algún momento). De esa reunión, recibí de Alejandro Lammertyn un libro autobiográfico sobre Ricardo Lammertyn, su padre y ex funcionario y líder de Grupo Techint.
El libro – Reflexiones -, es una autobiografía de Ricardo de un profundo valor humano y recomendable porque describe los desafíos de liderar una transformación en una organización del tamaño y las complejidades de Siderar. Sin lugar a dudas que si hoy, Tenaris es una de las empresas con alcance global más importantes de nuestro país, gran parte se debe a la capacidad de liderazgo de Ricardo y su equipo de trabajo.
¿ Y por qué traigo esto acá ? porque en las primeras páginas del libro aparece un «Cuadro de Valores» que Ricardo refiere como la suma de cualidades con las que debería contar el hombre de la empresa del futuro.
Cuando los vi, no pude parar de leerlos y de volverlos a leer porque son muy cercanos a esos valores que hablaba de la herencia de mi padre. Su lectura me emocionó hasta el alma.
Voy a apropiarme de ellos para transmitirlos aquí:
- Las carreras meteóricas no sirven. La mayoría de las veces madurar de golpe es madurar a los golpes.
- El trabajo es un elemento vital en la realización de las personas.
- Hay que rescatar el valor del esfuerzo, de la lucha cotidiana, de los logros profesionales que fortalecen, y de las caídas que a la larga fortalecen aún más.
- El éxito es producto de un 10% de inspiración y un 90% de transpiración.
- La educación es absolutamente fundamental. Las vocaciones, la elección de carrera son temas mayores.
- Cuando se quiere, se puede.
- La auto estima es imprescindible para seguir adelante y no claudicar ante los problemas.
- Si se llega a ser autoridad, la confianza o la amistad bien entendida no interfieren cuando uno logra ser justo.
- El hombre no es el eslabón perdido de la empresa, sino el de oro.
- Hay que sentir amor por lo que se hace, tener un respeto trascendente hacia el prójimo, hacer las cosas bien con ansias de perfección, vivir con fuerza y sentido ético de la vida, ser sensible a los problemas de la sociedad. Es necesario sentir una sincera preocupación por lo que les sucede a las personas que trabajan con uno.
- Los problemas se resuelven trabajando en equipo.
- El cliente es de todos (no sólo del área comercial)
- Es necesario abrazar los desafíos con pasión, enfrentarlos hasta vencer, llevar grandes proyectos adelante aún con oposiciones, abiertas y encubiertas, pero con la meta fija en el objetivo final, y en el bien de la empresa y el país.
- Tener una relación de confianza con proveedores estratégicos en lugar de hacerla tirante y soberbia permite entender mejor el camino tecnológico de los líderes.
- Vale la pena mirar al futuro aún en los peores momentos. Después de todo, siempre que llovió, paró…aún en el diluvio universal.
- La amistad, la hermandad y la camaradería solidifican la fe del prójimo.
- Siempre hay tiempo para escuchar música, para hacer ejercicio. No es sólo placer, es una necesidad.
- No hay que olvidarse de cuidar el tesoro más preciado: la familia.
A las cuales yo le sumaría mis propios valores o conductas que quiero rescatar como trascendentes para el trabajo en la empresa:
- Ser honesto y honrado bajo cualquier condición. Eso dignifica y legitima a cualquier persona.
- Ser humilde. La soberbia termina envenenando el alma.
- Es necesario ser sincero, expresarse con franqueza. Muchas personas no se abren, por el contrario, guardan por años comentarios y críticas, cierran la boca para hacer que otros se sientan mejor o evitar conflictos y endulzan las malas noticias a fin de cubrir las apariencias. La falta de sinceridad hace más fácil la vida de quien no es sincero, no la de los demás.
- Las personas deben tener ambición sana, ser emprendedoras y no depender de sus jefes para que les exijan resultados o les digan que hacer diariamente.
- Es necesario forma equipos con hambre de crecimiento, con ganas de crecer y de superarse.
- Las organizaciones cada vez más requieren personas comprometidas con su trabajo, que comprendan que cada nuevo aporte que hacen, ayuda a alcanzar el éxito de la empresa, en todos los rincones de ésta, no importa la jerarquía.
- Si sólo trabajas por dinero, serás un desdichado toda tu vida.
- Las organizaciones sanas no son ciegas, los líderes capaces sabrán leer tu esfuerzo y si honras estos valores. Mucha gente se frustra porque el esfuerzo propio no es igual a su par que sienta a dos monitores de distancia. Si tu jefe no es un nabo sabrá leer esto y premiará a su debido tiempo dicho esfuerzo.
- Tu trabajo le da legitimidad a tu vida, debes disfrutar de él, debes encontrar el que así lo haga y no debes claudicar en su búsqueda. La vida es demasiado corta para pasarla en un lugar donde no te agrada estar o haciendo algo que no te gusta hacer. Pero la responsabilidad del cambio es personal, no de la organización.
- Debemos ser protagonista de nuestras vidas. Vivir en posición de víctima solo te hace perder tiempo. Sólo tú tienes el volante de ella y por lo tanto, sólo tu podrás conducirla a un lugar mas confortable parati. El entorno es solo una circunstancia.
- Hay que sentir que se es parte de la empresa, no sólo un empleado, creer en ella, en sus productos y entender que tu trabajo, las ideas y los aportes contribuyen a su crecimiento.
- Valorar el aprendizaje y crecimiento que la empresa y tu vida profesional ofrece.
- Esfuerzo, esfuerzo y esfuerzo, esa es la clave.
Hay pocas cosas tan importante en la vida profesional con honrar valores como éstos.
Mi mejor resumen lo voy a tomar de Steve Jobs y su famoso discurso en Stanford: «Stay hungry, stay foolish«.
Gracias por compartir esta nota… creo que un excelente material para festejar el día del trabajador. Y agrego a tu lista: Sonríe siempre, de corazón, y hablandarás cualquier problema. Saludos!
…y tu viejo no sólo te dejó valores…evidentemente también te dejó la misma pasión por la educación, la lectura, el ser «autodidacta» y una enorme capacidad de reflexión y análisis.
Muy bueno el post.
Un abrazo.
Veramente son reflexiones da considerar atentamente.. a esta ora (2:00 AM) me diste un buen momento de lucidez..
grande martin!
@Lucia, gracias, comparto contigo sonreir desde el alma, buen remedio 🙂
@Mariano, gracias, de corazon.
@Pablo, un buen valor es dormir tambien :-). Gracias por tu comentario. Un abrazo mi amigo.
¡Qué interesante Martín! ¡Cuánto hay de cierto en ese «Cuadro de valores» y absolutamente aplicable a cualquier ámbito de trabajo ya que, independientemente del lugar donde te desempeñes, los VALORES…esas conductas prácticamente tangibles, son las que rigen tu vida y te identifican como PERSONA. Se trata de tener convicción y confianza en lo que hacés. Al cuadro le agregaría «generosidad»…esa que, como te he dicho, te caracteriza. ¡Gracias por compartirlo! Un beso
Gracias Gabi, tu comentario me trajo de nuevo a este post que hacía tiempo no releía, siempre es bueno recordar donde están las cosas importantes que guian nuestras vidas y con este post logré hacer un buen resumen de varias de ellas.
Tus comentarios hacia mí persona exceden la realidad, pero vienen de una gran amiga, asi que, gracias !.